miércoles, 21 de agosto de 2013

Especial Cuisine et Santé




UN SANTUARIO MACROBIÓTICO

Después de unas merecidas vacaciones muy productivas, ya estoy de vuelta con infinidad de nuevas ideas que plasmar en este espacio que un día decidí crear, con la única intención de ayudar a todas las personas que al igual que yo, un día decidieron que su vida debía de tomar un nuevo rumbo, que les permitiera vivir desde la aceptación, el respeto y el bienestar.

Cuisine et Santé, vista exterior desde la ventana de mi habitación

Como dije con anterioridad, estas vacaciones estuve formándome en Sant Gaudens (Francia), donde figura uno de los lugares más apreciados por todos aquellos que hemos tomado la macrobiótica como filosofía de vida.
A sólo dos kilómetros del centro de Sant Gaudens, abrazado por la naturaleza y el silencio, se encuentra "Cuisine et Santé", un lugar mágico, de visita obligada para todos los seguidores de la macrobiótica más tradicional, heredada de la mano de Georges Ohsawa.
Fundado por Réne Leví, discípulo directo de G. Ohsawa, este hotel/ escuela, es de todo menos un simple lugar de paso donde alquilar una habitación para dormir. En sus paredes veladas por el paso del tiempo, aguardan centenares de recuerdos inconclusos y leyendas, escritas en las páginas del tiempo, donde muchas personas enfermas y en muchas ocasiones desechadas por la medicina convencional, encontraron entre las paredes de Cuisine et Santé la curación a sus males, así como también, conocieron el sentido de la felicidad y la eterna longevidad.

Tienda donde se podían comprar todo tipo de productos biológicos aptos para la cocina macrobiótica
Es por ello que durante todo el año, son muchos los enfermos llegados de todas partes del mundo, que deciden aventurarse a pasar unos días en este lugar, para sanar sus enfermedades. 
Pero también son muchos lo que al igual que yo, decidieron cruzan sus muros, para aprender la verdadera esencia de la cocina macrobiótica, esa que aun no ha sido mancillada por los vientos de la modernidad, donde la inclusión de infinidad de nuevos ingredientes, acompañados de presentaciones de pasarela, han dejado sin embargo de lado, el verdadero legado de esta antigua forma de entender la cocina, más bien inspirada desde la sencillez, la pureza de sus alimentos y un eco tradicional que recorre cada rincón de su filosofía unificadora.

Espacio destinado a la cocina 
TRAS SUS MUROS TRANSCURRIERON LOS PRIMEROS DÍAS

Daniel Salent
Una vez acomodados, nos apresuramos hacia la cocina, donde tras el sonar de una vieja campana, un centenar de personas rodeaban a un hombre alto y muy delgado, con semblante tranquilo y una mirada profundamente serena. Se trataba de Daniel Salent, discípulo más cercano de Réne Leví y máximo responsable de Cuisine et Santé tras la muerte de R. Leví.
Ya de entrada, me llamó la atención como manipulaba los alimentos, como si se tratara de pequeñas joyas en sus dedos, a las que acariciaba de una forma muy especial, a la vez que servía y pregonaba el menú del día. Un menú sencillo, donde nada tenía una importancia visual destacada, pero a su vez todo estaba en perfecta harmonía, trazada mediante una buena base de cereal integral, unas verduras muy cocidas, que se acompañaban a su vez de una sopa de miso. Ni agua, ni refinados,  ni azucares, ni pan... 
Señores bienvenidos a las puertas del bienestar...
El programa era bien sencillo, al despertar para desayunar siempre había crema de cereales, elaborada con harina de arroz integral, existiendo la posibilidad de condimentarla con tamari. Acto seguido daba comienzo la primera charla sobre las 09:15h, donde Daniel respondía dudas expuestas por las personas que estábamos practicando la macrobiótica, o en su defecto, explicaba algún aspecto a cerca de la teoría del principio unificador yin/ yang.

Al finalizar casi de forma continua, todos marchábamos hacia la cocina, donde cocinábamos el menú del medio día, de forma que podíamos aplicar la teoría a la practica de forma casi automática, con todas las ventajas que ello conllevaba.
A las 12:30h se servía el menú previamente cocinado entre todos, compuesto siempre por los tres pilares esenciales de todo menú macrobiótico, el cereal, la verdura y una sopa que variaba en función del día.
Al terminar de comer, el silencio y la paz se adueñaban nuevamente del lugar, donde algunos aprovechaban para descansar en sus habitaciones, otros se perdían en las páginas de algún libro en alguno de los rincones que vestían este lugar de cierta mágia, sin dejar de banda a los que aprovechaban estas horas de calma para meditar y conectar con su paz interior. Para ello, un buen lugar sin duda era el dojo situado en una zona apartada, donde años atrás se habían dado clases de aikido, y ahora aunque algo dejado en mi opinión era uno de los mejores rincones de Cuisine et Santé, donde reposar la mente sin molestia alguna.

Detalle del Dojo de Cuisine et Santé


Llegada la tarde y servida la merienda, (que por lo normal se basaba en algún Pan Ohsawa o fruta previamente cocinada), nuevamente los alumnos invadían la cocina para cocinar la cena que siempre era servida sobre las 19:30h.
Y ya con la desaparición de las últimas luces del día, tenía lugar la segunda charla teórica, donde de la misma forma que he relatado con anterioridad, se resolvían dudas, a la vez que se explicaba la parte más teórica y filosófica de la macrobiótica, clausurando así el paquete de actividades ofrecido por el personal de Cuisine et Santé durante todo el día.

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

Creo que en muchas ocasiones, es necesario enfrentarse a la enfermedad para comprender su razón de ser y poderla combatir, puesto que sólo cuando la miras a los ojos directamente, puedes ser uno con la misma y sanarte de forma natural, prescindiendo de medicamentos.
En mi caso, ahora puedo entender más que nunca estas palabras, ya que durante mi estancia en Cuisine et Santé, tuve una experiencia muy dura tras recibir una fuerte insolación durante una corta estancia en un lago cercano.
Al llegar del mismo, sentía un gran calor a causa de dicha insolación y tome un par de postres líquidos que habían sobrado de la comida del medio día. 
Evidentemente, el enfrentamiento del intenso Yang del Sol en contraste con el frio y extremo yin del postre me produjo una reacción inmediata.
Al día siguiente, tras pasar una noche de intensa fiebre, pasé todo el día en cama, aun con fiebre y dolores en todas mis extremidades, síntomas que solventé tomando diferentes específicos macrobióticos a la vez que tomaba pequeñas dosis de crema de cereal muy diluida.
Pero todo y así, era tan fuerte la reacción que azotaba mi organismo que al salir al baño perdí el conocimiento y caí como un plomo al suelo quedando tendido en mitad del pasillo. Al recobrar el conocimiento me levanté empapado completamente de sudor y por suerte una mujer que me había visto tendido en el suelo fue a buscar ayuda.
A los pocos segundos ya estaban allí junto a mi mi mujer, varios amigos y Daniel Salent, que me preparó otro nuevo específico con el que pude recuperarme por completo y volver a mi habitación.
Al día siguiente ya no quedaba ni rastro de mis dolencias y sin esperarlo, nuevamente había combatido la enfermedad de forma natural.

MUCHO MÁS QUE UNA ESCUELA DE COCINA

Sergi Gámez y Daniel Salent
Sin ninguna duda Cuisine et Sainté es mucho más que una escuela de macrobiótica o restaurante biológico con pretensiones curativas.
Desde mi experiencia personal, la estancia en este bonito lugar me ha regalado muchos buenos recuerdos, pero también me ha regalado a un puñado de bellísimas personas,  con las que he vivido momentos realmente maravillosos difíciles de valorar con palabras.
Así que quisiera dedicar estas últimas líneas a todos ellos, aunque prefiero no nombrarlos por miedo a dejarme alguno. Gracias de corazón por ser como sois y haber convertido nuestra estancia en algo realmente inolvidable.
Sin duda la vida me ha enseñado que la felicidad reside en las personas que nos rodean, así que si somos capaces de acercarnos a ellas como es debido, recibiremos más de lo que podemos imaginar.
También agradecer a todo el personal de Cuisine et Santé, por su buen hacer, sobre todo a Daniel Salent, del que he aprendido mucho en estos días y espero aprender mucho más en el futuro.
Y por último quisiera recomendar a todas las personas la visita a este lugar. Digo esto, porque he leído muchos foros donde algunas personas lanzan críticas negativas tras su estancia en Cuisine et Santé, criticando su austeridad y simplicidad en todo su funcionamiento.
En mi opinión la personas que formulan estas criticas se dividen en dos grupos. En primer lugar están los que han estado allí, pensando que se iban a un todo incluido, playa, fiesta y sol. Y en segundo lugar se encuentran los que ni tan solo han estado y hablan desde lo que les han dicho o han leído...
Pero lo que está claro es que ninguno de los dos casos debe ser tomado como una opinión fundamentada, puesto que ambos demuestran no saber nada a cerca de la verdadera macrobiótica.
Así que espero que mi experiencia ayude a los indecisos a visitar ese bonito lugar, donde seguro encontraran mucha paz, tanto para su mente como para su organismo!

Gassho!

Sergi Gámez

(fotos por Sergi Gámez)