viernes, 25 de agosto de 2017

REGRESO A CUISINE ET SANTÉ

REGRESO A CUISINE ET SANTÉ



“No hay nada mejor que volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tú”

Sin duda no creo que exista una frase que defina mejor lo que sentí tras mi regreso a una de las más conocidas cunas de la macrobiótica europea, Cuisine et Santé. Situada a las afueras de Saint Gaudens , un precioso pueblo del Sur de Francia donde algunos dicen se haya la puerta de los Pirinéos Franceses y otros la luz del bienestar…

Y es que sin duda este oasis en medio de la nada es y será para muchos seguidores un punto de gran energía, donde se levantan unos ancianos cimientos fruto de su fundador René Leví, discípulo directo de Georges Ohsawa y creador de este hotel tan peculiar, donde cada año cientos de fieles llegados de todas partes del mundo se congregan bien para aprender más sobre la macrobiótica, o para encontrar la cura a muchas de sus enfermedades, incluso aquellas que la misma medicina ha dado como imposibles de curar. Pero claro una cosa es lo que nos dicen y otra cosa muy diferente es aquello que somos capaces de conseguir cuando estamos alineados con nuestros valores y fe en aquello que hacemos y creemos, ya que yo siempre digo que cada uno es médico de si mismo, y sabe perfectamente lo que su cuerpo necesita en cada segundo de su vida, aunque para lograr esta conexion tan profunda se requiere un trabajo previo que lleva su tiempo.


Pero sea verdad o no, lo cierto es que cuando pones un pie en el recinto de este curioso lugar, ya sientes que algo en ti a comenzado a cambiar, como si al pasar por el umbral de su puerta tu cuerpo se reseteara y con dicho  estado muchas de las experiencias, traumas y preocupaciones que todos tenemos en nuestro día a día quedarán sepultadas fuera de aquellos portones de hierro colado y hiedra salvaje.
Por esta razón, muchas personas eligen dicho lugar para estudiar la macrobiótica de cerca, pero también otras muchas lo hacen para desconectar con sus familias y hacer de sus vaciones un vacio en su vida, donde el tiempo parece detenerse y la conciencia es la que despierta para conducirnos hacia la calma y la serenidad.


Yo estuve allí por última vez años atrás y recuerdo que ese viaje representó un antes y un después en mi vida, ya que allí me sucedieron cosas maravillosas y conocí a gente mágica que nunca ha abandondado mis pensamientos desde entonces. Pero lo que jamás hubiera imaginado es que al llegar a casa mi vida me azototaría con el cambio más duro que jamás antes habia vivido, y que de alguna forma supuso la muerte de todo lo que había sido hasta entonces, para empezar a convertirme en lo que soy a día de hoy; pero como en todo momento difícil, por oscuro que parezca el túnel, siempre existe una luz al final del mismo y fue gracias a ese destello de luz llamado impermanencia que hoy dedico mi tiempo a trabajar en lo que me apasiona, ayudando y enseñando a muchas personas, además que por primera vez en mi vida, empecé a comprender el significado y la importancia que reside en obrar con el corazón y hacer de tu vida aquello que tu quieres que sea en contra de vivir la vida enraizando tus pasos hacia el miedo, a la vez que te alejas de tus pasiones y de tu verdadero ser interior.



Pero si quizás esperaba que aquello habría cambiado desde mi última visita lo cierto es que no fue así, siendo todo ello un vivo reflejo de todo lo que vi hace ya unos años, donde todo reposaba en el mismo lugar y cada uno de sus rincones destilaba ese aire romántico que tan bello hace ese lugar. Así que me perdí en cada uno de esos rincones con mi cámara y los immortalicé de nuevo, como ya hice años atrás, congelando cada detalle y color en la retina de mi corazón y envenenandome de muchos de los recuerdos que aun tenía congelados en mi mente y que de nuevo eran resucitados.

Pero como comentaba en la frase que reza al pricipio de este texto “no hay nada mejor que volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tú” y ese es justo el sentimiento que me llevé de mi regreso a Cuisine et Santé, ya que cuando allí estuve años atrás hacía poco que había descubierto la macrobiótica y claro sin darme cuenta había fanatizado mis ideales, haciendo de ese conocimiento un dogma.



Así que al salir de allí en el pasado totalmente hechizado por todo lo que había conocido hubiera dado mi vida por cada coma y punto aprendido en esa primera visita, donde para mí nada era comparable al conocimiento que yo había adquirido sobre la macrobiótica. Pero si algo me ha enseñado la vida es que los extremos siempre desafinan, y cuanto más cerca creemos estar de algo, más lejos estamos en realidad de llegar a comprenderlo en su esencia más pura. Así que tras aquella primera visita tuve la suerte de estudiar muchos campos diferentes dentro del mundo de la Medicina Tradicional China y la alimentación consciente, dándome cuenta de que la mejor herramienta es sin duda aquella que uno mismo se forja desde el conocimiento compartido de varias disciplinas, no sólo de una de ellas. Además de todo ello, la experiencia de casi tres años pasando consulta como coach nutricional me ha permitido comprobar que algunas de las cosas que allí se dicen no se corresponden con la realidad, por mucho que esto pueda doler a muchas personas que no ven luz más allá de la macrobiótica. Pero no voy a entrar a fondo en este tema, porque creo que cada uno es dueño de su verdad y yo sólo soy una piedra más en el camino que otros muchos han recorrido antes que yo, así que cada uno debe sacar sus propias conclusiones.



Finalmente quisiera hacer un apunte importante dedicado a las personas que allí conocí durante esta última visita a Cuisine et Santé, todas ellas maravillosas y portadoras de una luz que no puedo describir con palabras. Porque puedes sentarte al azar con quien quieras allí, pero al levantarte de tu silla, siempre tienes la sensación de haber aprendido algo de la persona que tenías delante, un tesoro que para mí es sin duda la razón principal para visitiar dicho lugar.  Un lugar donde las personas muestran su lado más sencillo y humano, donde nadie te niega un saludo y donde las amistades que allí se crean son difíciles de borrar. Así que en ese aspecto quisiera dedicar mis últimas palabras a todas esas personas con la esperanza de poder devolverles a todas ellas aunque sólo sea la mitad de la paz que ellos me regalaron a mí hace unas semanas, así como también quisiera agradecer con todo mi corazón a mi amiga Anna Gracia, el haber compartido este viaje conmigo, sin duda otra oportunidad que la vida nos ha dado a ambos para seguir descubriendo ese nuevo camino que poco a poco sólo es capaz de abrir la amistad más preciosa y valiosa de este mundo, que no es otra que la de compartir experiencias de vida y aprender si cabe de cada una de ellas...



A día de hoy si algo tengo muy claro es que volveré de nuevo a Cuisine et Sante muy pronto, pero  sea cuando sea que regrese aun más seguro es que de nuevo volveré a ser otro del que estuvo hace unas semanas allí, pues ahora he comprendido que la vida está siempre sumida en un estado de cambio y nosotros no somos más que el motor de ese ciclo cambiante en el que en realidad podemos poco más que fluir, aunque eso ya es otra historia...




Sergi Hogaku